Bea Gómez y María Vilas: dos nadadoras, una sola mentalidad.

10.03.2013 12:39

 Bea Gómez (izq) y María Vilas

Jorge Bados

Hace no mucho tiempo pensaba en las proporciones, porcentajes o partes, que desde mi entendimiento debían conformar la figura de un nadador casi perfecto. Tras comparar variables como la edad, rasgos físicos, o factores más ajenos al cuerpo como la mentalidad, la personalidad o la forma de responder ante un éxito o un fracaso, deduje que para sacar un nadador o nadadora que rozase la perfección debía: no más de 18 años; con un físico acorde a su edad, ni muy exagerado ni muy atrasado; una mentalidad más que ganadora, ambiciosa; una personalidad que solo conozca la humildad, tanto en palabras como en actos; y una sola respuesta tras quedarse fuera de las medallas o colgándose una: ¡tenemos que seguir!

Mi empresa no sería fácil, pues muchos nadadores y nadadoras cumplían estos requisitos. Pero mi "estudio" siempre tuvo en mente dos nombres, que a la vez parecían ser una sola persona; quizá condicionado por la buena relación que hay entre ellas. Todo el que esté atento y siga la natación, sabrá de quién se trata: Bea Gómez Cortés y María Vilas Vidal. En pocas líneas, paso a describir, con mucho cuidado, lo que estas dos nadadoras irradian desde dentro, a los que estamos fuera: 

Bea es sinónimo de calidad. Se tira al agua y en ningún momento quieres ver la pared, solo atiendes a la técnica que un loco de la natación, Pepín Rivera, le inculca día tras día. Bea es sinónimo de trabajo, es sinónimo de una mentalidad ambiciosa, que siempre le lleva a estar en los podios. Para ella, un objetivo nunca es menor en dificultad que el anterior, pero tampoco será mayor al siguiente que se proponga. Con 17 años, Bea lograba meterse en los Juegos Olímpicos de Londres. Aguantó dos tipos de presiones: la mediática, y la del día a día (su gente). Hoy, con 18 años, Bea amplía sus objetivos, quizá por esa mentalidad ambiciosa, que no ganadora, que lleva a rajatabla desde que el mundo es mundo. En tan solo dos semanas, esta joven gallega puede conseguir el pasaporte, o billete de AVE, para el Mundial de Barcelona del próximo mes de Julio. ¡Ahí es nada! La inercia se ha apoderado de Bea, ya nada se le resiste. Las grandes citas guardarán siempre una calle en la piscina para ella.

Prosiguiendo con la fórmula: dos nadadoras, una sola mentalidad, me paso a la siguiente parte de la ecuación: María Vilas. ¿Alguien se atreve a sacar algo malo de María? Yo no. Por eso me ceñiré a la realidad. Hace 16 años, Galicia veía nacer a una chica inmortal, que evidentemente para entonces ni el padre de María lo sabía; quizá la madre sí por aquello del "amor de madre". Lo que sí sabemos a ciencia cierta, es que el día que María se juntó con Bea, la fórmula "dos nadadoras, una sola mentalidad", emanaba por primera vez, y se asentaba con fiabilidad hasta nuestros días. Solo tres sinónimos que definen a María: honradez, dignidiad e ilusión. Ella es capaz de explotar al máximo estas tres virtudes, que muchas personas tienen, pero pocas poseen en su totalidad. María es capaz de transmitir el sacrificio de este deporte, el ejemplo de que llegar es posible. María demuestra en la piscina por qué es nadadora, y en contradicción con su corta edad, desprende destellos de humildad y madurez, virtudes que ni una medalla de oro te van a quitar, porque hay valores que son para toda la vida, y eso María lo sabe muy bien. 

A día de hoy me pregunto si María sería disinta sin Bea, y viceversa. Quizá muchas veces no seamos conscientes de las cosas, pero el caso de estas dos nadadoras a mi solo me hace pensar una cosa: la unión hace la fuerza. Su situación como deportistas de élite es muy mejorable, y ni mucho menos tienen a su alrededor lo que se merecen. Dos personas que han crecido a nivel deportivo con lo justo, pero que han sabido sacarle todo el partido posible. Mi última cuestión es: ¿Dónde estaría el límite de estas dos nadadoras con todos los medios posibles? Me limito a contestar que, por fortuna, nadie les quitará esa fórmula que les pertenece: Bea Gómez y María Vilas, dos nadadoras, una sola mentalidad.